Una colección cuidadosamente seleccionada, y con links incluidos, para explorar inmediatamente partes del mundo digital que muchos no conocemos.
Por Alejandro Arango y Ricardo Vargas Ramírez
“Gutiérrez de Alba llegó a Colombia en abril de 1870 y se dedicó a viajar por distintos lugares del país.” Hace dos días no sabíamos quién era el español José María Gutiérrez de Alba, y tal vez aún no pasaríamos un quiz sencillo sobre él, pero tuvimos la oportunidad de ver unas láminas lindísimas que el viajero creó en su viaje —”acuarelas, dibujos, litografías y fotografías”— y que hacen parte de “la colección más grande” de imágenes sobre Colombia en el siglo XIX.
La colección también permite la mirada crítica. Por ejemplo, algunas descripciones hacen evidente la mirada colonial española de Gutiérrez, como cuando habla de “indígenas a medio civilizar.” En todo caso, fueron nuevas para nosotros una foto de Cúcuta en 1883 y ver el nevado del Tolima tan nevado. Aprendimos también que, entonces, se les llamaba quiches “a las orquídeas o achupallas” (aunque la verdad tampoco sabíamos que, tal vez en España, a las orquídeas les decían achupallas).
Esto lo vimos en “Imágenes y relatos de un viaje por Colombia”, una producción de la división cultural del Banco de la República. Con un poco de curiosidad el lector de seguro encontrará algo que le llame la atención.
Y es que hay numerosa producciones digitales que van más allá de lo que normalmente esperamos de la red. No son noticias ni páginas personales o de negocios. No son redes sociales, ni videos de youtube o tiktok, ni motores de búsqueda con respuestas rápidas a nuestras preguntas más diversas.
Por eso sus usos son diferentes: sirven para curiosear, aprender, pasar el tiempo, entretenerse (solo o en compañía), e incluso investigar —y decimos investigar, tanto como para tareas, como para investigaciones académicas.
Las mejores producciones digitales de este tipo juntan dos cosas. Primero, a menudo reúnen diferentes disciplinas: arte e historia, historia y geografía, literatura y arte. Segundo, hacen posible que esta riqueza esté disponible para todos los que tengan acceso a internet. Por ello mismo son parte de una tendencia a difundir el acceso al conocimiento, que si bien necesita más trabajo, es de ser celebrada.
Pero volvamos a los ejemplos que invitamos al lector a explorar inmediatamente en cada link.
Aquellos interesados en mapas interactivos, se alegrarán de encontrar, por ejemplo, Mapeando Colombia, una producción de la Biblioteca Nacional de Colombia que incluye videos, textos explicativos, mapas e ilustraciones sobre la evolución de nuestra concepción del territorio de la nación. Incluye también reseñas biográficas de personajes relevantes, como Juan Tama, “Hijo de la quebrada y la estrella,” cacique nasa en la zona de Tierradentro. Mapeando Colombia está muy bien diseñada y es un gusto navegarla.
A quienes les interesa la historia, pueden ver la “Historia de Colombia y sus oligarquías (1498 – 2017)”, escrita e ilustrada por Antonio Caballero, y animada, de nuevo, por la división digital de la Biblioteca Nacional.
O pueden ver el trabajo impecable sobre Antonio Nariño, en donde nos cuentan de cómo organizó el círculo literario Arcano Sublime de la Filantropía. Quería Nariño “tener en casa una especie de tertulia o junta de amigos de genio que fuésemos adelantando algunas ideas, que con el tiempo pudieran ser de alguna utilidad”.
En el lado más académico, los historiadores estarían interesados en leer versiones digitalizadas de alta calidad de un códice mexicano, de documentos sobre la esclavitud en Colombia, o de panfletos y material político del siglo XIX en Colombia.
Si el interés es la literatura, y se quiere conocer más de lo que la Wikipedia ofrece, encontramos por ejemplo un proyecto dedicado a los poetas del movimiento Piedra y Cielo, otro a los archivos personales de Manuel Zapata Olivella (1920-2004), o La augusta sílaba, un sitio dedicado al ensayista y novelista R. H. Moreno Durán (1945-2005).
También se puede viajar así. En Latinoamérica, por ejemplo, vale la pena echar un ojo a diferentes bibliotecas nacionales. (Para abrir ciertas puertas, deben acordarse los lectores de buscar los links del tipo “descargar en PDF” o “ver en formato digital”.)
En la Argentina, laBiblioteca Nacional Mariano Moreno tiene disponible una colección digital rica en diferentes formatos. Se puede, por ejemplo, escuchar a Eva Perón celebrar el voto femenino, ver documentos históricos de la época de la independencia y algunos libros recientes (incluyendo uno sobre Mafalda), además de mapas y videos de conciertos, entre otros. Incluso, para los amantes de la música y su ejecución hay partituras como la de la muy popular “El día en que me quieras”, con música compuesta por el célebre Carlos Gardel (y letra de Alfredo Le Pera).
La Biblioteca Nacional de Venezuela César Rengifo tiene, por ejemplo, una colección dedicada al notable Andrés Bello (1781-1865), “embajador de las letras y emancipador del pensamiento”. Encontramos versiones digitalizadas completas de algunos de sus ensayos, poesías, y, por supuesto, de su trabajo como gramático. También encontramos en el sitio de la biblioteca, documentos y análisis de nuestra historia en común, como las actas del Congreso de Angostura o un análisis de la historia de la esclavitud en nuestras latitudes. Hay también grabaciones sonoras bellísimas y poco conocidas del folklore de una parte de nuestra geografía compartida como es la península de La Guajira.
Y si saltamos de Latinoamérica al ámbito global, una de las iniciativas más ambiciosas es el Proyecto Google de Arte & Cultura. En esta plataforma podemos ver, en alta resolución, imágenes, videos y objetos de una inmensa variedad.
Tomemos Las Caras de Frida, que muestra “un análisis profundo de la vida, el arte, el amor y el legado de Frida a través de los ojos de expertos y aquellos que se inspiraron en su talento”. Sí que vale la pena recorrer la exposición para deleitarse con las diferentes facetas de esta artista. Aprendemos, por ejemplo, sobre Casa Azul, donde nació, vivió y murió. Es sorprendente poder entrar a la cocina así no más. Otra sección nos hace un recuento de su vida, acompañado por fotografías de su infancia. Es muy interesante la forma en que se integran los recursos visuales y escritos para dar forma a esta página.
Volviendo al país, el Museo del Oro de Bogotá es otra de las exposiciones virtuales de Google. Quienes no viven en Bogotá de seguro se van a deleitar de poder entrar al museo sin viajar. Es una selección de piezas agrupadas por materiales o por diseño: hechas, por ejemplo, de arcilla o de oro, o con imágenes de pájaros. Hacerle zoom a las imágenes, con las fotografías de alta definición, lo acercan a uno: en el museo mismo no es posible verlos tan de cerca.
Es de prever que estas colecciones irán creciendo, haciéndose más ricas y fáciles de explorar y, con esto, la difusión del patrimonio de cada país. Vale la pena ponerlas en nuestros favoritos, y explorar por pura curiosidad.
Estas colecciones son el resultado del trabajo interdisciplinario de muchas personas: diseñadores y desarrolladores, y también historiadores, geógrafos, antropólogos, artistas y aquellos que se ocupan del manejo de la información — aquellos a quienes llamábamos los bibliotecarios. Es solo que las bibliotecas no son las de antes, y la red es mucho más amplia y profunda de lo que solemos explorar.
Que sea esta una invitación a todos explorar. Y a los creadores, nuestros agradecimientos y nuestros deseos de que sigan creando.